29/07/2014

Discurso de graduación y despedida


A petición de algunas personas, publico el discurso de graduación que pronuncié en la ceremonia de la Facultad del día 21 de julio de 2014. Como se trataba, también, del acto con el que ponía punto final a más de seis años de decanato, me serví de él como ocasión de despedida.
 

Los tres primeros párrafos están traducidos del catalán. Confesión de "autoplagio": algunos párrafos del discurso también los empleé en la graduación de 2013.


Estimados estudiantes, hoy es vuestro día. Os lo habéis ganado. Habéis trabajado muy, muy duramente a lo largo de estos años. Si tenéis algún familiar que haya estudiado en la universidad hace diez o veinte años, estoy seguro de que se habrá quedado asombrado de la cantidad de trabajo que habéis realizado: ejercicios, trabajos, presentaciones, prácticas externas, colaboraciones con ONGs como en en la Clínica Jurídica y un largo etcétera que incluye, inevitablemente, los exámenes.

Estos años han producido en vosotros un gran cambio: sabéis más, sabéis hacer más cosas, pero, sobre todo, habéis ganado autonomía y responsabilidad, es decir, habéis madurado; y los que habéis comenzado un poco más mayores, en una curiosa simbiosis, habéis rejuvenecido.

Hoy graduamos la segunda promoción del grado de Derecho y nos estrenamos con la primera promoción del grado de Relaciones Laborales, así como despedimos la penúltima, creo, de la licenciatura de Derecho y de la diplomatura de Relaciones Laborales.

Nada me habría gustado más que comenzar mi discurso pronosticándoos el prometedor futuro que os merecéis, pero nadie en su sano juicio me habría creído. No solo vais a encontrar un mercado laboral tremendamente constreñido, sino que las propias profesiones jurídicas y laborales (qué es un abogado, un procurador, un graduado social, un notario, ...) están tomando derroteros que, a medio plazo, no podemos vaticinar. Esa es la realidad.

Con todo, sí quiero transmitiros un mensaje de esperanza. Los que llevamos mucho tiempo en la universidad, hemos padecido u observado otras crisis, como la del 75 o la del 91; como no soy economista, no sabría comparar con la actual, pero fueron muy importantes. Pues bien, lo que uno comprueba desde la distancia que pone el tiempo es que, de una forma o de otra, más pronto o más tarde, quienes valían y se esforzaron y se formaron, salieron adelante; con aquellas crisis y, seguro, con esta.

Aunque vosotros sois los actores estelares de esta película, dejadme que haga el papel de los títulos de crédito que recogen los nombres de aquellos que os han dirigido, maquillado, preparado el guion y puesto la música, porque sin ellos no habría habido final feliz.

Tenéis que agradecer, tenemos que agradecer, en primer lugar, el trabajo del personal de los servicios administrativos, de conserjería y de biblioteca, cada vez más próximos e implicados en los modos, prioridades y proyectos de la Facultad. A veces habréis tropezado con su lado más feo, que es la burocracia, como los suspensos lo son de los profesores, pero hay una parte, quizás menos visible, que desde el decanato reconocemos y agradecemos: la voluntad de mejorar continuamente el servicio a los estudiantes. A riesgo de abusar del símil "peliculero", nada resulta más significativo de esta vocación por las cosas bien hechas que una escena que presencié la semana pasada: la de una funcionaria del Jovellanos que se quejaba amargamente o, mejor dicho, "cabreadísimamente", porque, por culpa de otros servicios administrativos, los horarios de los estudiantes de primero habían quedado “emborronados”.

Tenéis que agradecer, tenemos que agradecer, el trabajo de vuestros profesores, empezando por su faceta más fea: el suspenso. Creedme que corregir y suspender se encuentran entre las actividades más ingratas y antipáticas de la labor del profesor universitario, ... en dura competencia con la vigilancia de exámenes.

Como decano, quiero destacar el trabajo de un grupo de profesores que, sin necesidad de dar ningún nombre, reconoceréis perfectamente: son aquellos que, no conformándose con cumplir sus obligaciones, manifiestan una especial y personal preocupación por que sus estudiantes aprendan, preparan exquisitamente sus clases, diseñan cuidadosamente las tareas que debe realizar el estudiante y le asesoran antes y después de ejecutarlas, nunca dejan una clase sin recuperar y siempre están disponibles, presencial y virtualmente. Ellos son la clave de bóveda de vuestra formación, indispensables para cualquier Facultad y, sin embargo, lo que seguro que no sabéis es que cada minuto de más que os han dedicado a vosotros lo han hecho a costa de sus propias oportunidades de promoción universitaria o, en el caso de los beneméritos profesores asociados, a costa de sus horas de ejercicio profesional o, alternativamente, de asueto. Sí, la universidad española es tan injusta que estos profesores no obtienen otra recompensa por su excelencia docente que la satisfacción personal y, en ocasiones, un mísero tarjetón de agradecimiento del decano.

Tenéis que agradecer, tenemos que agradecer que la UIB y sus gestores hayan estado invariablemente del lado de la Facultad, en una colaboración que, con dos distintos rectores, siempre ha sido leal. Es verdad que la Facultad tiene que seguir exigiendo que se ajuste el número de alumnos por profesor para que la enseñanza pueda ser personalizada sin precisar el desempeño heroico de los profesores que antes he mencionado, pero he de decir que la Facultad de Derecho ha sido siempre escuchada y, cuando los recursos lo han permitido, satisfecha.

Tenéis que agradecer, tenemos que agradecer que vuestros familiares os hayan soportado en estos años de estudio.

El verbo “soportar” tiene, en catalán y en español, dos acepciones: la primera: apoyar, servir de soporte; la segunda: aguantar, tolerar. Pues a vosotros os han soportado en los dos sentidos.

Durante estos años, vuestros familiares, sobre todo vuestros padres, os han soportado-apoyado: con su ayuda económica, con sus consejos, con su hombro cuando estabais decepcionados con una calificación, con su paciencia (y tal vez una merienda) cuando estabais superados y estresados, con su enfado solidario con ese profesor que incomprensiblemente no era sensible a los conocimientos y competencias de su hijo o hija...

Pero también os han soportado-aguantado: cuando un examen o un plazo de entrega os han hecho perder los nervios, cuando –homenaje especial a las parejas de quienes han hecho el grado mientras trabajaban- han tenido que aceptar que este fin de semana toca trabajo de civil o seguridad social, y el siguiente…, ¡ay!, el siguiente,examen de mercantil

Por todo ello, debéis mucho a esta aportación intangible que, por cercana y, según el Código Civil, debida, a veces pasa desapercibida

Su soporte-apoyo y su soporte-aguante han sido parte esencial del capítulo de vuestras vidas que acabáis de escribir. Porque han estudiado con vosotros, os pido que os levantéis y giréis y les dirijáis un merecido aplauso de reconocimiento.

Finalmente, tenéis que agradecer, tenemos que agradecer que vivimos en un país y una comunidad que no consideran que los estudios universitarios sean una mera inversión que cada estudiante realiza en una suerte de vale por un futuro puesto de trabajo sino una inversión que realiza toda la sociedad en estar compuesta por ciudadanos bien formados, en ser una sociedad más culta y más justa. Por eso el Govern subvenciona las tres cuartas partes de vuestros estudios y por eso también, no lo olvidéis, sois deudores de la sociedad.

Sois juristas o laboralistas, ciudadanos con avanzados conocimientos jurídicos, sociales y políticos. Corren tiempos difíciles, en los que se prodiga la descalificación barata, los juicios gratuitos de intenciones, el simplismo y su peligrosa hermana, la demagogia, el ruido mediático, la visceralidad y la inmediatez... Siempre, pero más ahora, tenéis el deber, como función social de vuestro título, de aportar la perspectiva del hombre justo, la ponderación, el análisis, la capacidad de comprender la postura del otro, la ecuanimidad, el sentido común y la razón. Es lo que esperamos de vosotros.

Termino. Termino literalmente, porque este es mi último acto como decano y mañana tomará posesión el nuevo decano, el profesor López Simó. Mi agradecimiento a Edu, Pedro, Erik, Silvia, Toni, Petra, Paco, Javier, Joana, Margarita y Aina, que han formado parte del equipo decanal a lo largo de estos 6 años y a Margalida, directora de nuestra Clínica Jurídica. Y a Luis, Carmen y Anselmo, directores de los departamentos de Derecho, con los que siempre hemos formado, también, equipo. Sabed que casi todo lo bueno y lo malo que os ha ocurrido en estos años ha pasado por nuestras manos y que hemos intentado hacer que lo bueno fuera mejor y lo malo, menos malo.

Mi agradecimiento al PAS, al claustro de profesores y a los estudiantes porque, a una persona con vocación por la formación, no se le puede hacer mejor regalo que permitirle ser, durante 6 años, el decano de esta Facultad de Derecho.

Muchas gracias.






4 comentarios:

  1. Te reconozco perfectamente en esas palabras...
    Te estoy viendo...
    Saludos.

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    1. Muchas gracias, Miguel, es estupendo seguir siendo reconocible a los 57. Ahora a seguir siéndolo, de otra manera, durante una docenita de años más.

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  2. Es un gran discurso, me han conmovido hasta las lágrimas tus palabras de despedida de graduación , creo que son ideales para muchos, sin duda es un discurso construido con el corazón y con el intelecto. La sabiduría está en lo que nos dicta nuestra conciencia.

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